jueves, 21 de agosto de 2014

2001: una odisea del espacio (1968)


“Dave… Sé que usted y Frank estaban planeando desconectarme, y me temo que eso es algo que no puedo permitir que suceda”

Últimamente me he encontrado con varias personas que me decían no haber visto (o no ser conscientes de haber visto) ninguna película de Kubrick, y me pedían recomendaciones. Habitualmente mi respuesta era la misma: “casi todo lo que hizo merece la pena. Empieza por cualquier cosa, excepto por 2001”. Y no deja de tener gracia, porque esa fue la primera cinta de Kubrick que yo vi, siendo todavía un chaval, y a día de hoy sigue siendo mi película favorita del director (y la que me convirtió en fan acérrimo suyo y de Clarke).

Creo, sin embargo, que es algo totalmente justificado. Personalmente, creo que 2001: una odisea del espacio es la obra maestra de Kubrick. Es posible que no sea la más pulida en sus apartados (eso quedaría para Senderos de gloria, probablemente), la más grandiosa (punto para Espartaco, y los problemas míticos que tuvo), la más entretenida (Teléfono rojo: volamos hacia Moscú), la más ambiciosa en lo técnico (Barry Lyndon) o la más emblemática/recurrente en la cultura popular (La naranja mecánica, El resplandor, La chaqueta metálica). No, probablemente no es nada de eso, pero tiene algo que la eleva por encima de las demás: su fuerza simbólica. Su magia. Eso que la hace ser historia del séptimo arte, de manera indiscutible, y la hace brillar con luz propia por encima de las demás.

La historia, basada en un relato breve de Arthur C. Clarke (“El centinela”), la coescribieron éste y el propio Kubrick (el libro se publicó prácticamente al tiempo que se lanzó la película, con ciertos cambios… aunque luego Clarke decidió en el segundo libro hacer caso de la versión de la película en temas como la localización del tercer monolito y demás, porque habían demostrado ser más acertados). El significado de la trama es algo sobre lo que se ha especulado mucho, aunque básicamente, y viendo la propia película y la saga literaria, podemos centrarlo bastante en el tema de la evolución de una civilización por influencia externa… un poco mezclado con soluciones a la Paradoja de Fermi y similares.

La capacidad de Kubrick para crear símbolos desde el minuto cero
es, sencillamente, apabullante.


No es, sin embargo, el único tema presente en la cinta. También el de la inteligencia de las máquinas está presente, y es clave en lo que sucede; e incluso podemos encontrar un atisbo del terror espacial que luego Ridley Scott llevaría a su culmen cinematográfico varios años más tarde con Alien: el octavo pasajero.

Hagamos un breve esbozo de la historia: en una instalación en la luna, un grupo de científicos americanos encuentran algo que no quieren que nadie descubra. Lo ocultan como buenamente pueden y, dieciocho meses más tarde, envían una misión a Júpiter de la que ni tan siquiera sus tripulantes saben que está relacionada con ese descubrimiento…

Hasta aquí podéis leer si no habéis visto la película. Obviamente, no os he contado prácticamente, nada. Por ello, lo que sigue es un análisis más pormenorizado de la cinta, sin el cual sería imposible entender su mensaje y su valor.

Kubrick, sin miramientos, se decide a abrir la película con una serie de secuencias de simios en el África de hace millones de años, mostrándonos su día a día y, llegando un punto, luchando con otro grupo de semejantes por los recursos de un lago. De pronto, un extraño monolito artificial del negro más puro y superficie pulida aparece entre el grupo de simios. Y cuando uno de ellos lo toca, de pronto, empieza a utilizar los huesos de un cadáver como herramientas, y al fin, armas que utiliza para matar al cabecilla de los simios enemigos e imponerse en la lucha por los recursos: es, como muestran los títulos de la secuencia, “el amanecer del hombre”.


Un amanecer, por supuesto, que resulta inquietante y misterioso a más no poder.

La maestría (y si se me permite decirlo, los santos cojones) del director en esta secuencia son memorables, y sintomáticas de lo que ofrece la película. Es una película de ciencia ficción que nos muestra, básicamente, una escena inicial de la prehistoria terrestre donde durante 20 minutos vemos a simios gruñendo y luchando, y donde la ciencia ficción es mínima (aunque vital). Claro que de dos horas y cuarto de película apenas hay 40 minutos de diálogo… no es una excepción. Además, a este tipo de escenas hay que añadir los dos minutos de fundido a negro con una banda sonora un tanto inquietante, tanto al principio de la cinta como después del Intermission, que el propio Kubrick preparó y midió (no era lo habitual, lo solía controlar el cine), para que el público estuviera predispuesto y no entrara en materia de golpe (es algo que, con enorme acierto a mi parecer, se respeta en la edición en Blu-Ray).

La transición de esta escena también es legendaria: el simio victorioso lanza su hueso al aire, donde este empieza a girar, llega a su cenit… y en el momento de la caída cambia el plano para mostrar a una nave espacial que cae en una trayectoria parabólica (la misma del hueso) hacia nuestro planeta. Estamos ya en el año 2001 (bueno, en realidad aún no, estamos en 1999), y nunca una transición mostró de manera tan acertada un salto tecnológico que, en el fondo, es una evolución sin cambios de lo inicial.


¿No reconocéis esta escena? Pues lamento decir que no habéis visto
el suficiente cine en vuestra vida.

Eso es algo importante, pero a lo que entraremos más tarde. De momento vemos a un científico que desde esa nave pasa a otra maravillosa con forma de rueda, que gira sobre sí misma produciendo gravedad artificial por medio del movimiento centrífugo (en la primera nave veíamos unos divertidísimos “grip  shoes”, o “zapatos de agarre”, de los que no sabemos nada). Todo esto Kubrick no lo explica, y ahí reside parte de la maestría de la película: imagina un futuro de hard fiction perfectamente creíble, con avances rigurosos en lo que a ciencia se refiere, pero no pierde el tiempo explicándolos, sino que deja que el espectador deduzca su lógica. Y entre inteligencias artificiales, gravedad en el espacio, sistemas para suplir su falta, pantallas planas, criogenización y demás… mucho habría que explicar.

Ni siquiera Kubrick es perfecto, eso sí, y algunas cosas se escapan. El primer error gordo aparece cuando el científico llega a la luna y todos caminan allí como si nada, cuando la gravedad es una sexta parte que la terrestre. Cierto es que el hombre aún no había pisado la luna (lo haría al año siguiente… y, por cierto, que hasta en los módulos espaciales es previsora la cinta, pues son muy similares a los que la NASA utilizaría, y el propio Spielberg los imitaría en E.T. – El extraterrestre), pero el movimiento ya se podía deducir.


Tiene algún gazapo científico, sí. Pero ya solo los aciertos
que hay en este plano bastan para encumbrarla en ese sentido.

El científico en cuestión, cuyo nombre por cierto es Heywood Floyd (algo que no importará mucho hasta las secuelas, pues su papel aquí es mínimo) va acompañado de otros a investigar un artefacto que han encontrado en la luna y que, según los estudios, fue enterrado allí 4 millones de años atrás: un monolito, idéntico en proporciones, material y forma al de la Tierra, pero de mayor tamaño. Los científicos se acercan, mientras escuchan algo que solo puedo describir como el lamento de millones de almas atrapadas en el monolito (existe un debate desde que salió la película sobre si el sonido lo oyen los que se acercan al monolito, si procede de éste, o si es simplemente la música de la cinta), y cuando están contemplando una puesta de sol con una conjunción estelar perfecta (como la que se veía en el primer instante de la película), un chirrido les hace caer de bruces, gritando desesperados.

Tenemos un nuevo salto, y vemos a una misión, 18 meses más tarde, dirigiéndose hacia Júpiter. En ella van tres astronautas en sueño criogénico, otros dos despiertos (los doctores Dave Bowman y Frank Poole), y un superordenador a bordo, HAL 9000, el último en su género.

Desde el primer momento se juega con el hecho de si HAL es un ordenador normal y corriente, si funciona bien o mal, si ha desarrollado sentimientos… Después de verle presentado como incapaz de error, y de que hable de lo entusiasmado que está con la misión, lo siguiente que vemos es como se cuestiona acerca del secretismo que ha rodeado ésta, y cómo notifica el fallo de una unidad que luego se demuestra está intacta.

Ante esta situación, Frank y Dave discuten, encerrados en una cápsula para que HAL no pueda escucharles, sobre la posibilidad de desconectar a éste (todo salvo los sistemas automáticos que les llevarán a su destino). Pero HAL es capaz de leer sus labios, y no le hace mucha gracia que vayan a hacer lo que, a sus ojos, equivaldría a dejarle inconsciente (y quién sabe si no a matarle).

¿Respuesta de la computadora? Cortar el suministro de oxígeno de Frank cuando este está fuera de la nave, provocando su muerte, y luego encerrar a Dave fuera de ella mientras intenta rescatar a su compañero. El doctor Bowman, sin embargo, logra volver a la nave arriesgando su vida al lanzarse desde la cápsula de salvamento a una escotilla de emergencia, permaneciendo varios segundos en el espacio sin casco que le proteja.


Punto extra para el que me acierte por qué aquí Kubrick
sí que muestra estrellas en el espacio.

La escena es, cuando menos, curiosa. Siempre ha sido una de las más criticadas de la cinta (si no la más) por su presunta falta de realismo. Sin embargo, es una escena que resulta científicamente verídica, pues a diferencia de lo que se muestra en otras cintas del género, la atmósfera cero no provocaría la ebullición y explosión del cuerpo, básicamente, como se quiere mostrar. Lo curioso es que el propio HAL cree que eso es lo que le ocurrirá a Dave.

El caso es que Bowman logra salvarse, va al ordenador central y desconecta a HAL. Y cuando está haciéndolo se dispara un vídeo donde el astronauta descubre que ha sido engañado sobre el objetivo de la misión, pues el único que la conocía era HAL y no debía hablar de ello hasta llegar a Júpiter. Y he ahí la clave de toda la cuestión.

Hay quien cree que HAL, efectivamente, estaba loco, o que era un psicópata, algo a lo que siempre contribuyó el hecho de que tuviera un poder y un control totales sobre la nave, o lo siniestros que resultaban sus “ojos” vigilantes con un solo visor rojo sobre fondo negro. Pero no hay nada más lejos de la realidad.

HAL es, simplemente, una máquina que tiene un conflicto interno, y que tiene que hacer caso de las órdenes de mayor prioridad que ha recibido. Y el hecho de que mantenga su monótono hablar mecánico a cada instante es la primera pista sobre que su funcionamiento es normal; simplemente, tiene que cumplir su misión en Júpiter. Dado que es el único que la conoce, no puede permitir que le desconecten, y dado que no puede hablar de ella a los tripulantes de la nave, no le queda más remedio que matarles para evitar esa desconexión. En cuanto al malfuncionamiento de una pieza, que es lo único que en la película queda al aire en esa explicación, es claro en el libro: es un falso error que provoca el propio HAL, ante el conflicto de tener que mentir a los hombres que viajan con él… y que, en su propia lógica, le lleva a deducir que lo mejor para solventarlo es matar a Bowman y a Poole (y a los otros tres tripulantes hibernados, por cierto).


Ni xenomorfos, ni uso del Lado Oscuro ni leches: a HAL
le basta con mirarte así para paralizarte de miedo.

Así que Dave desconecta a HAL, y llega a Júpiter él solo, donde vemos el segundo error científico, ese sí que muy perdonable, en la película: los colores de Júpiter, más azulados y oscuros de lo que son en realidad. Allí se encuentra con que un gigantesco monolito orbita el planeta. Dave se acerca al objeto y…

La locura. La escena es, igual que tantas otras, historia del séptimo arte, y según algunos, la razón de que la película funcionara en taquilla. Al parecer, en el momento de estrenarse, jóvenes puestos hasta las cejas de LSD iban a ver el viaje de Bowman a través del infinito (recuerda mucho al tránsito en un agujero de gusano mostrado en otras cintas... porque, de hecho, aquí es lo que nos dan a entender que es), donde estamos ante varios minutos de sonidos un tanto desagradables, colores parpadeantes, temblores y… básicamente no sabemos lo que vemos.

Tampoco lo sabemos cuando nos encontramos en un cuarto victoriano donde Bowman llega con su cápsula, y empieza a toparse consigo mismo cada vez más mayor, hasta que es un anciano reclinado en la cama, moribundo. Se entienda o no, lo bien rodado de esta escena es otra vez un perfecto ejemplo de esa maestría de Kubrick, pues las transiciones son fabulosas.
Y entonces, Bowman muere. O eso podría parecer. Porque en el último plano de la cinta vemos a un feto cuyos ojos nos dicen que es él, flotando lentamente hacia la Tierra.


Opino seriamente que Barry Lyndon era una excusa para
usar este decorado que se les fue de las manos.

Bowman (el hombre) ha trascendido. Por eso mentaba más arriba el conflicto entre salto y evolución tecnológica. Tal y como se muestra en la película, el hombre lleva a cabo una evolución lenta y constante, poco a poco, hasta que llega a determinados puntos: los monolitos son puertas de control que impulsan o guían al ser humano en su evolución. Primero, le enseñan a usar las herramientas; cuando estas tienen un desarrollo suficiente, le guían hasta el siguiente paso: la trascendencia del mismo ser, que no se nos muestra exactamente en qué consiste. Lo único que no sabemos es si los monolitos son simples “puntos de control” (como es, claramente, el de la luna), o si tanto el primero como el tercero son lo que provoca la misma evolución.

Esa complejidad es una de las principales quejas a la película, unida a su excesiva lentitud. Kubrick se recrea en las escenas, las saborea, resulta deliberadamente lento para construir la ambientación perfecta y necesaria. Por eso ambas son quejas que, en cuanto uno quiere entrar realmente en la película, resultan absurdas.

Por otra parte, sí que se le puede criticar el apartado artístico de las actuaciones. HAL 9000, al que pone voz Douglas Rain (Felipe Peña en España) está perfecto, pero porque es un ser cuya única emoción es que no tiene que transmitir emociones de cara al exterior. Tiene que ser frío, impasible, inhumano. No es así con los demás personajes, que no están mal actuados, sino construidos de manera un tanto floja. Son una excusa para el trasfondo de la historia, y ni tan siquiera el único personaje al que podríamos llamar protagonista, que es Dave (hay quien dice que es HAL, algo en lo que no estoy para nada de acuerdo), tiene una gran profundidad, ni transmite emociones que resulten propias de cualquier ser humano normal. Si la película la protagonizaran androides, no veríamos diferencia alguna (o sí, porque incluso el tocayo de Dave en Prometheus, aun siendo un androide, transmite más emociones).


Siendo justos, un personaje como Dave no necesita transmitir ninguna
emoción, teniendo esos diseños tan chulos de traje y del interior de la nave.

Sin embargo, es la única queja que le veo. El guión es de estudio obligado (aunque el Oscar se lo robó Mel Brooks por Los productores), como lo son la dirección (Oscar para Carol Reed por Oliver!), la dirección artística o los efectos visuales, que fueron el único Oscar que logró la película (¿Queréis oír hablar de injusticias? Este fue también el único premio de la Academia que ganó Kubrick EN TODA SU CARRERA). El maquillaje es una gozada en el caso de los simios del principio (Clarke bromeaba sobre que no se debió de llevar el premio porque los jueces creyeron que eran simios reales), y la fotografía… madre mía.

En cuanto a la banda sonora, resulta de 10. Desde el primer momento, gracias a la majestuosidad visual y de los detalles (por poner un ejemplo: el narrar que algo sucede en África millones de años atrás con el simple hecho de introducir en pantalla animales hoy en día extintos en el continente), y el poco diálogo, queda patente la importancia del sonido y los silencios. Así, Kubrick construye una imponente banda sonora utilizando a Von Karajan para dirigir las míticas piezas de los dos Strauss (de Johann con El Danubio azul, y de Richard con Así habló Zaratustra), a lo que se unen otras obras clásicas (Gayane de Khachaturian) y las composiciones de Alex North, que ya había trabajado con Kubrick en Espartaco y Teléfono rojo. Y, como bien imagináis, la impresionante banda sonora fue tan ignorada en los Oscar que ni la nominaron tan siquiera.


Esta imagen también es muy simbólica: el feto es Kubrick, el cineasta
que ha trascendido, y la Tierra representa la historia del arte.

Lo mítico de la película es proverbial. Restaría ya solo hablar de la enorme influencia que tuvo en otras cintas de su género y de otros, y en técnicas cinematográficas que vinieron después (aún más, cabría hablar de lo que supuso también en cuanto a avances científicos, donde Clarke siempre ha tenido un gran protagonismo). Para no tirarnos tres semanas con el tema, baste decir que, por ejemplo, la primera cinta de Star Trek se lo debe todo (por desgracia para ella, porque nadie quería ver esto en el mundo de Star Trek, queríamos ver La ira de Khan), y que está considerada por muchos la mejor película de ciencia ficción jamás realizada. Personalmente, tengo un conflicto muy grave y casi que me decido por Blade Runner, pero ambas están totalmente igualadas (en realidad, son distintos géneros de sci-fi, e incomparables). Muchos consideran a HAL 9000 uno de los mejores villanos de la historia del cine. Y tiene frases y secuencias homenajeadas hasta la saciedad.

Una obra maestra. Pocas veces el cine ha destilado tanto arte como con esta cinta.

Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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LO MEJOR: el trasfondo, una vez que se entiende, es impresionante. La música es una delicia, y tiene un gran número de secuencias legendarias. El ambiente se construye muy bien. Es puro arte, y una de las películas más ambiciosas que recuerde.

LO PEOR: las actuaciones (o más bien los personajes) resultan por lo general un poco planos. Su lentitud o su complejidad pueden tirar para atrás a más de uno, pues no es una película fácil de digerir.

NOTA: 10/10. Cuando critiqué Senderos de gloria le di el 10. Era el segundo que daba en el blog tras Platoon (que, reitero, hoy no lo tendría). El de la cinta bélica de Kubrick, en cambio, lo mantendría, teniendo tanto aquella como esta el 10. ¿Por qué? Pues porque ambas probablemente lo merezcan: Senderos de gloria es prácticamente perfecta e inmaculada en todos sus aspectos; 2001 los aspectos mejorables que tiene (que los tiene), los compensa con creces con su ambición y su personalidad. Me es moralmente imposible darle una nota diferente a ambas, y bajarlas del podio.

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Tráiler de la película (en versión original)


La obertura de la película (para que veais lo que es maestría)

7 comentarios:

  1. Después de haber leído el libro y haber visto la película la conclusión es la siguiente.

    Hay una raza alienígena que, por proceso evolutivo, ha alcanzando desprenderse de su cuerpo y se han convertido en nubes de plasma, una forma de alta energía. Ésta se ha dedicado a observar a otras civilizaciones, siendo los monolitos su única intervención directa. El primero les da a los monos la capacidad de emplear utensilios. El segundo monolito revela la existencia de un tercero, que se halla en Saturno (en la película es Júpiter porque Kubrick creía que no podía representar los anillos de Saturno con fidelidad). Este tercer monolito es una puerta al lugar de origen de esta raza, que se halla a varios años luz, por lo que es preciso meterse por un agujero de gusano. Si Dave Bowman ha podido realizar este viaje, es, por lo tanto, el humano mas avanzado, por lo que es digno de alcanzar la inmortalidad, o, lo que es lo mismo, la incorporeidad. Pero para ello debe morir y volver a nacer de una forma simbólica. Esta transición se lleva a cabo en la sala victoriana, que no es más que un purgatorio. Debido a que los alienígenas querían que estuviera cómodo, le han proporcionado lo que creen que los hombres consideran más lujoso. Pero, como comentaba antes, debido a que no poseen información directa, han fallado un poco con la época.

    Y así llegamos a la escena final, donde vemos a un recién nacido David Bowman que está observando a la Tierra, e imagino que será el encargado de guiar a más humanos hacia el sigiuiente estadio evolutivo.

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    1. Básicamente... Sí, es como comentas. La interpretación de la sala victoriana como ese ambiente cómodo me parece muy lógica (no termino de recordar ahora mismo cómo era en el libro, porque leí el primero hace ya bastantes años). Pero sí, es lo que planteas.

      Como matiz, diré que el cambio de Saturno a Júpiter en la película es bastante acertado de cara a lo que ocurre luego. Ya comento que en las secuelas, Clarke se decidió por hacer una continuación respetando los cambios de la película, porque demostraron acercarse más a la realidad. No sé si has leído toda la saga, así que no haré spoilers, pero el punto culminante de "3001: odisea final" es, precisamente, en el satélite joviano Europa, que a día de hoy es el lugar donde se postula con más firmeza la posibilidad de sustentar vida con una base similar a la terrestre.

      En fin, gracias por pasarte, muy interesante (y a mi juicio correcto) tu análisis :)

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    2. En el libro, Dave Bowman se encuentra un televisor. Cuando lo enciende descubre que todo lo que ponían eran reposiciones, programas antiguos. En fin, la idea es la misma.

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  2. Fantástico análisis, como siempre, Obli-sama. Aunque personalmente no estoy del todo de acuerdo en que se lleve el 10, si acaso sí un 9,5. Me explico: como bien dices, la lentitud, la recreación y el saboreo que se da Kubrick mostrándonos esto no es criticable si logras meterte completamente en la película. Pero ahí está el asunto: adentrarte en ella no es tan fácil como parece. Al menos, desde mi punto de vista, la película exige visionarse en un momento determinado y preciso si se quiere disfrutar completamente. No se trata de volver del trabajo/universidad/cosa random aleatoria y decir: "Necesito desconectarme y ver una peli. Oh, mira, "2001" en la estantería, seguro que voy a pasar un buen rato". O de, como sucedió en mi caso, levantarme por la mañana, desayunar y ver la peli porque la tenía pendiente. Me gustó mucho, demonios, pero no lo que yo hubiese esperado. Es una cinta experimental, profundamente personal y, por momentos, de difícil comprensión. Por supuesto que a mí me moló bastante hacerme mis propias conjeturas sobre el argumento (que acabaron siendo más o menos lo que ha explicado Diego en su comentario), pero si alguien me dijera alguna vez: "Tío, lo siento, pero esta película no me ha gustado nada..." pues lo entendería. Hasta cierto punto, pero lo entendería. Supongo que por eso buena parte del multiverso pone en la cúspide a "Senderos de gloria". Más que nada, por accesibilidad e interpretaciones, que calan hasta los huesos. Ahora bien, la cinta protagonizada por Douglas no tiene los monolitos, la música de los Strauss, esa atmósfera espacial tan mítica e insuperable o a HAL 9000, uno de los hijos de puta más fríos y calculadores de la historia del cine. Pero más allá de eso, coincido completamente contigo. No la amo, pero sí que la quiero mucho y la miro con ojos deseosos de querer más (un sentimiento similar al que tengo por "El atlas de las nubes"). Quizás algún día la revisione y sepa disfrutarla como se merece.

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    1. De hecho el comentario sobre "El atlas de las nubes" es menos ocioso de lo que parece. No sé si llego a mencionarlo en la crítica, pero el sentimiento que me deja la última de los Wachowski es muy similar al que siempre me ha dejado "2001". Son obras apabullantes, ambiciosas como ellas solas, con algunos fallos ("2001" muchos menos, todo sea dicho), pero que lo compensan con creces con su fuerza narrativa. Coincidimos en todo salvo en la nota, que ambos sabemos es subjetiva, y que se debe en parte a la forma de valorar el que sea complicado de entrar en ella o no. A mí es un hecho que no me importa si la película sabe llegarme; de hecho, de mi top 5 personal, probablemente solo una película ("K-PAX") sea cinta fácil de ver en cualquier momento y lugar, y es la peor de todas. "Las vidas posibles de Mr. Nobody", "Ran", "Réquiem por un sueño", o "Blade Runner".... las cinco son cintas para las que hace falta un momento y un ánimo muy determinados, o pierden muchísimo valor. Supongo que me gusta lo complicado, me hace sentir elitista. Salvo cuando veo "A Scanner Darkly", como estoy haciendo hoy por segunda vez, que me siento gilipollas y quiero morir jaja

      En fin, muchas gracias, caribú :)

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    2. Por cierto, rompiendo una lanza a favor de "Senderos de gloria"... cierto es que la cinta de Douglas no tiene todo lo que comentas, pero tiene a Douglas, que con solo medio plano se come todas las interpretaciones de "2001", sinceramente. Salvo las del grupo de mimos de los simios del principio, que son increíbles :D

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  3. Yo lo dejo caer, a mi juicio esta es la película de ciencia-ficción definitiva. Si queremos referirnos a ella como "la mejor de la historia", en cuanto a ciencia ficción, también. Es icónica, profunda, antológica y (casi) perfecta. No hay mucho más que decir, no hace falta, porque ya lo habéis dicho todo =).

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